Los implantes dentales son usados para reemplazar dientes ausentes o perdidos. Ya sea un solo diente ausente, varios, o toda la dentadura, los implantes dentales ayudan a restablecer la estética y función dental a través de una variada lista de opciones de tratamiento. Existen requerimientos de existencia de cierta cantidad de hueso y espacio para poder poner los implantes dentales, pero hoy día es possible crear hueso a través de cirugías de injertos óseos, aunque en ciertas ocasiones esto requiere la intervención de un cirujano oral.
También se usan los implantes dentales para darle retención y estabilidad a las prótesis totales, ofreciéndole así al paciente una mejor experiencia con su dentadura.
Un implante dental es un tornillo quirúrjico de titanio que se fija en el hueso de la mandíbula o el maxilar, para soportar una corona dental, un puente fijo (varias coronas), o una prótesis. También se pueden usar para movimientos dentales en ortodoncia.
Generalmente se pone primero el tornillo o implante dental en el hueso y se le da hasta 6 meses de reposo para permitir que se fusione con el hueso, un proceso llamado oseointegración. Luego de este tiempo el implante ya está listo para soportar cualquiera de las estructuras prostéticas antes mecionadas.
El implante puede fracasar dependiendo de varios factores, como por ejemplo el estado de salud del paciente, la presencia de enfermedades como la Diabetes, hábitos nocivos como el fumar o el apretar los dientes, mala higiene buccal, el uso de ciertos medicamentos que afectan la integridad del hueso y el implante como lo hacen los bifosfonatos intravenosos por períodos prolongados de tiempo. Así que no se debe asumir que un implante dental es un tratamiento definitivo sin posibles complicaciones.
Los riesgos y complicaciones asociados con los implantes se pueden dividir en aquellos que ocurren durante la cirugía, tal como el sangramiento excesivo o la lesion a nervios adyacentes; aquellos que ocurren durante los primeros seis meses, tales como infección y fracaso de la oseointegración; y aquellos que ocurren a largo plazo tales como periimplatitis (infección alrededor del implante) y fallas mecánicas.
En presencia de tejidos sanos, un implante bien oseointegrado con cargas biomecánicas apropiadas puede tener un porciento de sobrevivencia de entre 95% y 98%, y la corona o prótesis un tiempo de duración de entre 10 y 15 años.
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